lunes, 15 de febrero de 2010

Fuego mágico




Poco a poco nuestras prendas van cayendo al suelo para iniciar la danza del fuego que con sigilo va despertando nuestros cuerpos.
Tus manos acarician mi talle sediento de caricias, correspondencias que suben y bajan acelerando el tiempo en su totalidad. Recorro tu boca con avidez y siento que tu respiración me absorbe toda. Nuestros puntos eróticos estallan al unísono y, con cada minuto nos acercamos en mágicos juegos al movimiento uniforme de dos cuerpos a la espera.
Siento como reptas por mi cuerpo logrando que mi piel se mimetice con la tuya; breves ritmos donde el acople es perfecto. Cerramos los ojos. Ascendemos hasta el momento en el cual la culminación del amor se alcanza y donde los sentidos del alma nos transportan a otros campos más sagrados donde tocamos la plenitud de la vida, donde el goce nos estrecha, desatando en furia salvaje nuestro oleaje a la espera del oasis maravilloso, donde la llama no necesita más caricias, donde el silencio se vuelve cadencia, donde mi gruta ha sido encontrada. Nuestra respiración se agita y el perfume de tu cuerpo sacia el mío, convirtiendo el momento en locura que estremece plenamente, delirio que besa sendas almas tiernamente.
Vuelve la placidez, la calma nos invade, nos rendimos alcanzados por la inefable dicha de saber que fuimos dos en un solo cuerpo.
Las manos se entrelazan, mientras nuestros cuerpos desnudos se confunden en sueño, esperando que el alba nos despierte para amarnos nuevamente.