viernes, 26 de agosto de 2011

El otoño

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El anaranjado color del otoño renace a nuevas esperanzas de vida.

Aquella casita empotrada en lo alto de la cima y rodeada por árboles amarillos y algunos aún sin dejarse contaminar por el dorado, trae a mi presente recuerdos de viejas épocas donde las nubes al igual que ahora, corren en surcos cual motas de algodón suavizando y contrastando el fondo azul claro con el resto del paisaje. Épocas donde ni siquiera se asomaba el más leve pensamiento sobre la edad dorada de mi vida.

La desnudez del árbol presto a cubrirse nuevamente de retoños rebosantes de alegría recuerdan mis deseos de fecundidad y mi paso por la etapa juvenil que ha quedado ya lejos de mi ahora.

Los pastizales con sus rubios dorados y cafés se convierten en la alfombra mágica por donde mis ilusiones caminaron calmas recostándome sobre la vida, acariciándola toda.

Hoy en los albores de mi otoño me compagino perfectamente con el paisaje haciéndome suspirar arrobada por su belleza, con la certeza que amo mi otoño plenamente.



Alma femenina

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En la espesura del bosque difuminado por una bruma blanca se escuchaban las notas de una canción que impregnaba la naturaleza con acentos tenues a veces, a veces fuertes.

La sonoridad musical provenía de las manos de una violinista vestida de blanco, que dejaba volar sueños y penas arrancando bellas claves de sol.

Y así, el mástil en su movimiento sobre las cuerdas del "lady" reposante en el hombro femenino, lograba el espectáculo mágico donde los árboles se hamacaban acompañando a la mujer en sus suaves movimientos de cintura y en contraposición a las del

violín para plasmar el alma femenina en todo su esplendor.

jueves, 18 de agosto de 2011

Mujer luna

En medio del vaivén de la media luna, en el celeste profundo de la noche y en aterciopelado asiento, cabalga la interioridad femenina que inspirada por sentimientos pasionales, ansía encontrar su amor perdido. Aquel que no volvió y que la dejó huérfana de sus caricias y besos.

Cada mañana renace y repite la ascensión hacia las estelas nocturnas envueltas en nubes blanquecinas, iluminando cual estrella el espacio sideral para buscar su amor perdido, y así encontrar la resurrección total.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Melodía eterna


Al caer de la tarde una suave música empezó a llegar hasta mis oídos. Transcurridos unos minutos mi consciencia no sabía explicar dónde la había escuchado antes, pero inconfundible era entrever que se hacía familiar en todo mi cuerpo y que el ambiente entraba en éxtasis debido a sus cadencias. Cerré mis ojos para escucharla y tratando de recorrer los laberintos de mi memoria, fracasé en mi intento.

Mi piel erizada contribuyó a cerrar aquel libro que leía para contagiarme de las notas reinantes, y dejar que me inundara de ese instante vivido ya en otras épocas quizás y menos consciente. Dejé de luchar con mis recuerdos y me abandoné toda, me dejé llevar por esos compases finos dejándome embriagar por ellos.

Terminada la canción de mis ojos brotaban lágrimas, el eco de ella se quedó prendado en mi alma con el signo inequívoco de haber escuchado y disfrutado muchos siglos antes esa añeja melodía…