(Al desagradecimiento)
Infortunios que interrumpen aquellos momentos en que deberíamos estar lúcidos, en que deberíamos gozar las mieles de la vida; gotas amargas que se deslizan lentamente hasta caer en los vacíos inesperados, que cual hoyos negros absorben nuestra vida, cuchillos clavados con fuerza en medio de la noche negra. Momentos inertes, (así los vemos) sin poder hacer nada… porque la imposibilidad de las acciones no sirvieron para recomponer viejas historias que no deberían haberse vivido; falacias mentales que no tomaron la forma adecuada porque un pensamiento ajeno y rebelde se opuso a ello. No existió la correlación bienaventurada para crear nuevos y mejores hábitos de vida, nuevas uniones entre sí.
El ciclo vital se cierra lentamente mientras el destiempo se burla de las ilusiones vanas que como pompas de jabón, recorre otros rostros, quizás menos crueles, otros ojos menos directos, otras formas de vida menos densas, más afortunadas y más agradecidas, donde la locura no habitó jamás y donde las flores emergieron de sus tallos buscando los rayos tímidos del sol, subiendo por ellos hasta acariciar con la yema de los dedos la luna.
El tiempo ya no es el de antes, quebrado se perdió en el ocaso de la vida sin importar que el espíritu fortachón hablara, sin ni siquiera reconocer ese hálito impulsor para que la rueda girara a favor y así el carro hiciera menos bulla. El silencio hoy ronda los rincones y las lágrimas pugnan por salir a borbotones tratando de limpiar todo lo impío, tratando de borrar viejos signos ya trazados de antemano por un destino inapelable, que no tuvo piedad con nadie… sin importar que la daga lastimara y produjera tanto dolor, dando la cruel sensación de que el equilibrio humano a través del amor no se logró sostener a causa de un corazón contrario que no quiso abrirse para anidarlo con fervor.
1 comentario:
"...dando la cruel sensación de que el equilibrio humano a través del amor no se logró sostener a causa de un corazón contrario que no quiso abrirse para anidarlo con fervor."
Es posible que sea así y estemos en ocasiones importantes sumidos sólo en el propio dolor sin ver dónde dar con el palo que nos ponen en la mano, pues las lágrimas no dejan ver el bulto donde hay que tomar fuerza espiritual y física y descabezar los males. ¡Creo que nos quedamos panchas!
Un abrazo. ;)
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