jueves, 15 de diciembre de 2011

Ritual


Dos cuerpos iniciando la danza. La música ya sea una rumba, un tango, un bolero, desencadena pasiones que calan los huesos y penetran la carne, permitiendo que las vibraciones se eleven y giren los cuerpos en consonancia perfecta. Es el alma que en vuelos se despliega con intensidad llamada por los compases de los danzantes que destilan miel, que destilan magia en el acercamiento íntimo. Cuerpos que se entregan de manera momentánea al delirio. Así, los pies entran en cadencias demenciales, las manos y brazos forman contornos y revoloteos suaves mientras el corazón se agita; el espacio adornado de notas, se deja seducir por el movimiento de las caderas; las cabezas se desplazan hacia delante, hacia atrás en solemne ritmo y los ojos de vez en cuando se visten de roja pasión. Notas y cuerpos forman el uno de la armonía. Encuentros y desencuentros causados por la magia del baile que crepita entre cuerpos, que convierten esos minutos en eternos compases de comunicación y fantasía, donde los danzantes se entregan ante las notas pasionales que apretujan sus cuerpos en endemoniada alegría.

2 comentarios:

A. Elisa Lattke Valencia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
A. Elisa Lattke Valencia dijo...

Dos que por bien se juntan
para alegrar su guitarra,
depende cómo se agarra
los que para bien ayuntan. ;D

Besoooooooos

Perdona, por ahí hice mal algo. Bórralo.