martes, 9 de noviembre de 2010

Elección

Deslizándome por tus ojos trato de entrar en tu interior para comprender tus pensamientos, tus vacilaciones, tus miedos. Ese dubitativo querer y no querer, ese paso que no diste porque te ataste a tus propias cadenas. Lazos que te ataron y que arrastras como cualquier preso asilado y acorralado. Tu libertad se perdió, murieron todos tus sueños, te enfrascaste en otros mundos de cristal que no pudiste romper, que no quisiste romper.

Hoy la vida te duele, más de lo que crees, pero los lamentos de león herido no sirven, sólo la fiereza de él te hubiera salvado, en las noches dormidas de tu alma donde el torbellino de desamores te cubrió. Cobardes los lamentos cuando la vida te esperaba fuera de esa prisión de espejismos y de vacíos inquebrantables.

Hoy sólo el silencio enmudece tus días, cavilas pensando en épocas mustias por no haber querido amar a profundidad; anclado no pudiste volar y ser plenamente tú. Hoy tu alma te recrimina y hace que grandes y pesadas lágrimas rueden por tu rostro varonil, cansado de tanto hastío. Las horas son cortas pero no hay vuelta atrás, el tiempo se fue y hoy sólo bebes el vino amargo que otrora pudo ser dulce.

Queriendo entender tus temores, solo un quejido lastimero me produces, cuánto valor te faltó para romper los muros, cuánta fuerza para romper los cristales que te encerraron porque así lo quisiste, tu caminar hoy es más lento y tus pasos cansados difícilmente se encontrarán de nuevo con los míos.