Suave tranquilidad recorre la mañana al unísono de la lluvia que lentamente forma un tímido velo blanco; diminutas gotas besan los vidrios de mi ventana. Lo grisáceo no devuelve de mis recuerdos amores incomprendidos, se retira para dar paso a nubes bordadas con ribetes azules tocados por la imponencia de los rayos solares. Y con ellos surge en mi pensamiento analogías de la brevedad que somos y de la diversidad de representaciones del ser humano.
Vagas estancias y disolutas vidas en que se pierde la meta no propuesta, a sabiendas de la creación innata que cada ser arraigado tiene. Nubes que se disuelven en la nada, minutos al vaivén de la vida, seres estacionarios que se esfuman en el ocaso de la vida, sin descubrir el por qué de su recorrido.
Marzo, 2009
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