Frente a esta taza de café que esparce su suave pero penetrante aroma, mis letras pugnan por salir. Frases que intento dosificar para ordenarlas tranquilamente. Afuera, la lluvia salpica el cristal de mi ventana obligando a mi mirada ávida de ambos espectáculos para adentrarme en ellos. Hoy esta combinación me lleva a pensar en tantos pasajes que no se hicieron para mí. Vocablos que nunca se escucharon y perdidos en otras dimensiones navegaron dulcemente esquivando mi boca y otra boca. Incansables pero diminutos paréntesis de estaciones que mi pensamiento esboza traslúcidamente. Ratos de asueto equilibran mis letras y mis sorbos de café, mientras el tímido humo y la lluvia que amaina hacen juego a estos pensamientos solitarios y dejan que las letras se unan en breve carnaval para dejar huella de ellos.
El humo del café, el olor a humedad y las letras forman una trilogía perfecta para pasar estos minutos y obligándome a terminar mi café y dejar que el humo se lleve mis pensamientos lejos de mí.
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