martes, 28 de diciembre de 2010

Tulipanes



Erguidos sus tallos y algunos maltrechos floran al ritmo de la vida. Cada capullo se abre y de su interior emana la esencia que aprisionada vive para dar calidez a su alma. Algunos bajan su cabeza en señal de desconsuelo, el peso que llevan sobre sí, no los deja terminar su evolución; sin embargo, su belleza continúa y en sus corolas extasiadas se queda la luz solar. Traslucen la lucha por la vida y no renuncian pronto a ella, soportando fríos invernales que los pulen para entregar al mundo floraciones perfectas. Discípulos perfectos del sabio que habla de nacer, vivir, reproducir y morir. Pero en ese marco viven satisfechos porque saben que su descendencia siempre hablará de ellos y se aprontan a nuevas floraciones a la espera del relevo generacional.

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