Sutil puente entre la infancia y la juventud y, entre las mieles de ella, tu alma pinta cielos de incontables gamas; bastos campos imaginarios donde la ilusión toca tu esencia femenina. Te asomas a la ventana y miras el mundo lleno de color, donde el infinito juega con azules y entrevés esperanzas matizadas. Palpitan tus sienes a la espera del amor que llega entre pasajes de lirios rojos. En tus ojos, plagias la candidez de las miradas masculinas que guardas una y mil veces bajo tu blanca almohada. En tus campos virginales el amor juguetea, mientras el rubor cubre tus mejillas y tu candidez hace bajar los ojos. La vida empieza a ofrecerte trigales frescos y abre los caminos para que el amor circunde. Y tú, ardorosa vas en pos de él con las ilusiones en las manos y con las ansias de ofrecer el amor a tu amado. Es entonces cuando cruzas el puente y dejas atrás tu infancia para convertir tu candidez en aroma de mujer.
Etelsaga, Febrero, 2009
Etelsaga, Febrero, 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario