Ya no eres sombra de tu sombra, te miras al espejo y la angustia recorre los poros. Carrusel de pensamientos donde la vida y la muerte se conjugan. Solitarios y angustiosos momentos donde el miedo y la desolación reinan, los torbellinos atrapan dos vidas.
Es la ruptura de tu cuerpo, es la flojera de los muslos que se predisponen a cortar la flor.
No solo las aguas amargas te torturan, también los fierros te taladran.
Es el duelo escondido que llevarás como daga sobre la espalda en silencio, nadie te comprende porque la sociedad te juzga, ¿Dónde está la mano que acariciará tu cara? ¿La mano que enjugará las lágrimas? ¿Dónde encontrarás al samaritano que entenderá que la fragilidad y el miedo salieron a flor de piel y que renunciaste al don de la vida? ¿Quién entenderá que el fruto de tus entrañas es tuyo y a pesar de todo lo amas profundamente, pero conflictivamente le cortarás las alas?
Y maldecirás la ruptura de tu vientre, filosos cuchillos llevarás clavados en tu corazón eterno. A solas en la profundidad del alma sentirás el fardo que tanto pesa, los grilletes perdieron la llave y te dejaron atada a la pared de los sueños. Maldito duelo que continúa carcomiendo tus huesos y hace que las entrañas suden sangre; día y noche te enfrentarás a tu propia batalla donde una y otra vez caerás inerte.
Sólo el dolor te atañe, tu duelo lo llevarás escondido.