(A Martha, mi Ángel)
Prosa Destacada
mes de mayo en la página Letrasyalgomás de Internet.
Se rompió tu fuente amor y del manantial surgió mi vida. Mi mundo se abrió a pesar de tu agonía, para darle vida a mi vida. Quiso tu Dios interior que yo creciera y pudiera conocerte. Conocer tan dulce armonía. Tú sabes que de niña soñaba con tu vejez y yo a tu lado. El día que partiste no supe que sucedía, mi candidez no alcanzaba a imaginar lo que había perdido. El Ángel más grande de mi vida se había ido. Tu sabes que mi vida siguió a jirones pero siempre dentro del castillo de tus enseñanzas, cada cosa que hago, parece que eres tu quien recorre mi camino. Mi alma, cuerpo y mente contigo han estado a pesar de la lejanía. Siempre vuelvo a ti mis ojos y me duermo en tu mirada.
Tengo la certeza que tu presencia ha estado en mis días de sequía, como también he presentido el amor que aún me prodigas. Se que me has protegido siempre, madre mía. He sentido tu presencia y en muchos momentos, has desatado los nudos que se entrelazan en mi alma.
Se que hoy las lágrimas tiñen mi pluma y no puedo evitar que estas letras estén llenas de melancolía. Pero es más fuerte el amor que la melancolía. Quisiera a veces soñar que soy bailarina y que tú bajas a bailar conmigo, que me abrazas y me sostienes en tu regazo como cuando era niña, pero si te viera, mi fortaleza desaparecería, sería igual que aquella noche en ese dulce sueño cuando irrumpí a llorar al verte, volverás a decirme: “Se fuerte hija mía”.
Etelsaga, mayo 10 de 2008
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Se rompió tu fuente amor y del manantial surgió mi vida. Mi mundo se abrió a pesar de tu agonía, para darle vida a mi vida. Quiso tu Dios interior que yo creciera y pudiera conocerte. Conocer tan dulce armonía. Tú sabes que de niña soñaba con tu vejez y yo a tu lado. El día que partiste no supe que sucedía, mi candidez no alcanzaba a imaginar lo que había perdido. El Ángel más grande de mi vida se había ido. Tu sabes que mi vida siguió a jirones pero siempre dentro del castillo de tus enseñanzas, cada cosa que hago, parece que eres tu quien recorre mi camino. Mi alma, cuerpo y mente contigo han estado a pesar de la lejanía. Siempre vuelvo a ti mis ojos y me duermo en tu mirada.
Tengo la certeza que tu presencia ha estado en mis días de sequía, como también he presentido el amor que aún me prodigas. Se que me has protegido siempre, madre mía. He sentido tu presencia y en muchos momentos, has desatado los nudos que se entrelazan en mi alma.
Se que hoy las lágrimas tiñen mi pluma y no puedo evitar que estas letras estén llenas de melancolía. Pero es más fuerte el amor que la melancolía. Quisiera a veces soñar que soy bailarina y que tú bajas a bailar conmigo, que me abrazas y me sostienes en tu regazo como cuando era niña, pero si te viera, mi fortaleza desaparecería, sería igual que aquella noche en ese dulce sueño cuando irrumpí a llorar al verte, volverás a decirme: “Se fuerte hija mía”.
Etelsaga, mayo 10 de 2008
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