La fiesta está por empezar. La luz tenue de una lámpara se acopla al silencio de la noche. Una copa de vino junto a su botella mira a los dos enamorados. El olor del vino exalta los sentidos y se desparrama el olor a borgoña. Hay derroche de ebriedad de amor. Sinuosidad y provocación. Las manos masculinas caminan por los meandros del cuerpo femenino. Los labios se deslizan entre ellos y beben el vino de la pasión. Poco tiempo falta para que se nuble la razón mientras dulcemente hay abandono breve a semejanza de una rosa abandonada en manos de su creador. La luz de la lámpara fenece en medio de la noche mientras los dos se beben poco a poco, sorbo a sorbo. Cada uno se encuentra en el otro. Danzan los cuerpos y vuelan las mariposas enamoradas. Los dos se corresponden como el vino a la copa. Y ambos se miran como miran la copa antes de llevarla a la boca. Con el olor a fruta fresca y el sabor del vino llegan los aromas de plenitud…
Etelsaga, agosto, 2008
Etelsaga, agosto, 2008
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